Una vez una persona me preguntó algo que
hizo que lo pensara durante mucho tiempo. Para poder darle una respuesta a la
que yo estuviera convencida al total por ciento.
>>¿Quién es tu Superheroe?<<
Tiempo después por los ya misteriosos
juegos del azar me volví a encontrar a esa persona, paseamos como buenos amigos
que no se han visto por mucho tiempo. Charlando acerca de la vida, de la
sombras, de los árboles, sentados y acomodados en nuestra fiel pereza le
comenté:
-Una vez me preguntaste que, quien era mi
Superheroe…mi querido amigo ahora te puedo contestar;
Mi superhéroe no usaba calzones encima de
unas mallitas, ni tampoco tenia capa que lo protegiera contra las balas, ni que
lo ayudara a volar por la ciudad, tampoco tenia una supervista que le avizara
que persona estaba en peligro. Mi superhéroe jamás de los jamases tuvo
superpoderes, ni encuentros extraños con sustancias X, ó picaduras de animales,
ni mucho menos millones para hacerse de la tecnología que lo hiciera
superpoderoso.
Mi superhéroe nunca tuvo que recurrir a la
doble vida para proteger su identidad, ni poseía carros ni alfombras mágicas
que lo ayudaran a trasladarse rápidamente….No.
Mi Superheroe, fue un héroe de verdad, su
traje; el de Charro, sombrero ancho y polainas, protegió a los pobres y les
devolvió lo que les pertenecía. El cabalgaba junto al viento esquivando balas
de los enemigos y al mismo tiempo quebrándolos como ramas secas de un bosque
olvidado por dios.
Siempre libre y nunca confiado, tenía el
poder del habla, del corazón, tuvo el
gran poder de hablar con la verdad… de pensar. Poder que lo convirtió en el
enemigo de los farsantes, de los traicioneros y de los ricos.
Con su sola mirada humillaba a los que se creían
más fuertes que el pueblo. Cananas repletas de balas cubrían su pecho y a un
costado su 30-30.
Luchó por el pueblo, luchó por las tierras
que les habían arrebatado y sobre todo por la libertad.
Él fue mi superhéroe, ahora extinto, pero
viviendo en el corazón de muchas personas, él, mi superhéroe jamás poseyó
poderes sobrenaturales… pero si un alma poderosa.
“Para que triunfe nuestra revolución,
será necesario que
yo perezca antes”
Emiliano Zapata
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